a través de él juntos

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“El día que me sacaron de mi casa es un día que nunca olvidaré. Recuerdo salir del coche de policía y entrar en una casa que no era la mía. Sentada en una cama diferente, en una habitación diferente, y extrañando profundamente a mi madre y a mis hermanos.

Aunque el mundo siguió girando, ese año se sintió como si se hubiera detenido. Yo estaba en una temporada de espera. Mis cuatro hermanos y yo fuimos separados en dos hogares de acogida y puedo recordar las noches en las que los extrañé con mucha claridad. La angustia estaba tan cerca de mi corazón y deseaba volver a casa.

Nunca olvidaré ese año de mi vida, pero gracias a una familia de mi comunidad no puedo decir que ese año haya sido en vano, o que haya sido terrible. Lamenté el cambio y la pérdida, pero el amor y la bondad que se derramaron en mi vida me permitieron seguir adelante, encontrar lo positivo, crecer y sanar. Ese fue uno de los momentos más vulnerables de mi infancia. Nunca sabré por completo el impacto que tuvo en mi vida que una familia se ofreciera durante ese tiempo para cuidarnos en medio del dolor, para acompañarnos en cada paso del viaje y hacernos saber que estaría bien.

Su voluntad de cuidarnos permitió que fueran belleza y sanación a través de tal momento difícil y doloroso. Su sacrificio, amor y cuidado lo cambiaron todo”.

– Grace Saderholm, becaria de todos los niños